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Mário Campos Filho

Presidente del Foro Nacional de la Caña de Azúcar y de la Asociación de Industrias de la Caña de Azúcar de Minas Gerais

OpAA77

El futuro prometedor del sistema bioenergético brasileño

La agroindustria brasileña de bioenergía está alineada con el escenario mundial actual , enfocada en la sostenibilidad y la responsabilidad socioambiental.

El sector produce de manera sustentable, generando muchos empleos e ingresos, además de tener una fuerte gobernanza en relación a riesgos y regulaciones. Este alineamiento con la tendencia mundial (ambiental, social y de gobierno corporativo) se considera fundamental y gana cada día más solidez.

Desde sus orígenes, la agroindustria bioenergética se ha basado en el concepto de economía circular, aprovechando Máximo de insumos y desperdicios. A partir de la caña de azúcar se producen alimentos y bioenergía, aprovechando también los subproductos para optimizar la producción.

Asimismo, con este mismo concepto nació la producción de etanol a partir del maíz. Este enfoque circular está en sintonía con lo que el mundo está buscando hoy: formas más sostenibles de producir con una menor huella de carbono.

El sector bioenergético brasileño juega un papel fundamental en este contexto. Incluso ocupando apenas el 1% del área del país, es responsable por casi el 20% de la energía producida en Brasil. A lo largo de los años, el sector ha desarrollado un sistema de producción escalable distribuido en todo Brasil, haciendo que sus productos sean sostenibles y accesibles para los consumidores.

La capacidad del sector para generar energía es notable en comparación con otras fuentes renovables, lo que fortalece su posición en la matriz energética brasileña. Esta integración entre lo social y el medio ambiente es un diferencial importante, que permite una gran contribución a un mundo más sostenible.

Para seguir progresando, es fundamental mejorar la eficiencia del sistema productivo. Invertir en tecnologías sostenibles y eficientes para producir la materia prima es fundamental. Se estima que la producción de caña de azúcar tiene potencial para duplicar su productividad. Además, es muy importante la creación de políticas públicas que incentiven al sector.

Un ejemplo notable es el programa Renovabio, que anticipó un movimiento global y sectorial hacia procesos de descarbonización y fomento de prácticas productivas conscientes.

Renovabio cuantificó estos esfuerzos, y hoy ya es posible observar en la agroindustria la adopción de prácticas con el objetivo de reducir la huella de carbono en la producción, como la sustitución de insumos derivados del petróleo, la racionalización del uso de maquinarias y equipos, la reposición de insumos emisores de Gases de Efecto Invernadero, el uso de productos biológicos y la captura de carbono, todo alineado con una mentalidad de descarbonización.

Recientemente, RenovaBio alcanzó la marca de 100 millones de créditos de descarbonización emitidos en 4 años, es decir, se evitó la emisión de 100 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera.

Uno de los principales desafíos del sector es cambiar la mentalidad de la población respecto al consumo de etanol. Más que una elección basada en el precio, es importante que las personas también consideren los problemas ambientales y sociales involucrados.

El etanol es un elemento clave para la movilidad sostenible. Su uso ya está presente en la flota convencional y hay perspectivas de expansión con vehículos híbridos flex-fuel, en los que existe una alianza eficiente de la electrificación con la motorización convencional. El sector también tiene potencial en la producción de combustible de aviación sostenible, uso en la navegación y en la producción de biogás y biometano. También se proyecta un futuro en el que el etanol jugará un papel importante en la cadena de producción de hidrógeno.

Otro desafío que enfrenta el sector es el riesgo de regulaciones que puedan afectar sus expectativas de suministro y consumo. Sin embargo, al demostrarle a la sociedad que el biocombustible es una alternativa en línea con lo que todos buscan, una opción para descarbonizar, y no solo una cuestión económica como el simple cambio de gasolina a etanol, es posible involucrar a todas las partes interesadas. Así, con consumidores más conscientes y exigentes, a los funcionarios del gobierno les resultará más difícil promover cambios regulatorios que dañen el sistema.

Por lo tanto, es necesario posibilitar que todos los brasileños tengan acceso al etanol, que es el primer objetivo. Para eso, es necesario pensar en sistemas que garanticen un consumo consistente de Norte a Sur y de Este a Oeste en Brasil.

La reforma tributaria puede ser un mecanismo para hacer esto posible, simplificando las tasas impositivas. Actualmente, existen 17 tasas impositivas sobre la circulación de bienes y servicios en el país, y con la adopción de una tasa única y diferenciada para biocombustibles, el etanol será más competitivo en todo Brasil.

Este cambio, combinado con inversiones internas y una producción más eficiente, hará que el producto sea más accesible para todos los brasileños, y no solo para los estados que ya ofrecen incentivos fiscales diferenciados.

Con esto, el país podrá impulsar la entrega de productos más sostenibles y con menor impacto de carbono. Alcaldías, gobiernos estatales y empresas activas a nivel nacional podrán impulsar y fortalecer sus políticas de descarbonización a través de los biocombustibles, ya que esta ya es una tendencia creciente.

El escenario inmediato y futuro de la industria de sistemas bioenergéticos es prometedor. La agroindustria brasileña está a la vanguardia de la sustentabilidad, lista para enfrentar los desafíos ambientales que presenta el mundo. Creemos en el potencial del etanol como una alternativa verdaderamente sostenible y socialmente responsable.

Con el apoyo de la sociedad y el esfuerzo conjunto, el sector seguirá liderando el camino hacia un futuro más verde y próspero para todos.