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Antonio Eduardo Tonielo Filho

Director Superintendente de Grupo Viralcool

OpAA77

La evolución del sector bioenergético

Un gran salto tecnológico, pero, sobre todo, una evolución social, valorando cada vez más nuestro mayor activo, el capital humano.

Transformación es una de las palabras clave para nosotros, que migramos de pequeños y hacinados ingenios de pinga a parques industriales donde se producen alimentos, energía y etanol, el combustible del futuro, con el potencial de elevar a nuestro país al protagonismo internacional en esta etapa de transición energética, economía baja en carbono y sostenibilidad ambiental.

Indicadores recientes apuntan a la existencia de alrededor de 370 ingenios instalados en Brasil, que muelen aproximadamente 658 millones de toneladas de caña de azúcar, lo que ubica a Brasil en el 2° lugar en la producción de etanol y en el 1° lugar en la producción de azúcar, a escala mundial.

En términos financieros, el Producto Interno Bruto de la cadena sucroenergética es aproximadamente el 2% del nacional, con más de 1.000 municipios participando de sus actividades y generando más de 700.000 puestos de trabajo formales directos.

Además de estos aspectos, cabe mencionar que nuestro sector produce aproximadamente el 5% de la electricidad que se consume en el país (unos 22,6 teravatios hora).

Es importante recordar que, hace alrededor de 23 años, cuando dimos los primeros pasos en la cogeneración de energía, pocos creían en nuestro potencial. Y, para algunos, éramos considerados “locos” por invertir en este segmento. En la actualidad, podemos decir, sin lugar a dudas, que si aún no figuramos como la mayor fuente de venta de energía es porque aún existen importantes trabas burocráticas en materia de distribución. Vale la pena señalar que nuestro sector tiene las condiciones para invertir aún más y nuestra industria también tiene las condiciones para suministrar más, gracias al alto nivel de eficiencia que estamos logrando.

Nuestros números indican que la cadena bioenergética es vital en la composición de la cadena agroindustrial del país y, en consecuencia, en la economía brasileña.

Hemos pasado por varios cambios en las últimas décadas. Hoy vivimos prácticamente tres generaciones de grandes transformaciones en las plantas, que han sabido desarrollarse de manera cada vez más sustentable, que es nuestro gran diferencial con relación al resto del mundo.

Cuando analizamos, por ejemplo, la Unión Europea, que tiene muchas industrias que compiten con nosotros en la producción de azúcar, vemos que estos países usan gas, que es contaminante. Nuestra producción, sin embargo, no contamina; ella esta limpia.

Usamos bagazo. Brasil toma la delantera porque aquí logramos cerrar todo el ciclo, en toda la cadena productiva. Este es nuestro gran activo, nuestro diferencial con relación al resto del mundo: el uso práctico de la economía circular.

En el aspecto de la movilidad urbana, cuando nos intentan “tragar por la garganta” el coche eléctrico, no tienen en cuenta que, en el ciclo completo de producción, los llamados “del pozo a la rueda”, vehículos propulsados exclusivamente por el etanol o los híbridos (etanol y eléctrico) son mucho menos contaminantes que las alternativas disponibles en el mercado. Ni hablar de las inversiones que serán necesarias para montar una estructura de abastecimiento de vehículos eléctricos y, en el caso del etanol, toda esa estructura ya está geográficamente instalada y disponible en toda nuestra vasta Nación.

Recordando que todo este potencial no se refiere sólo al tema del etanol. El sector, en su conjunto, tiene un abanico muy amplio de posibilidades y oportunidades de inversión e infinidad de mercados a los que llegar con el biogás y el biometano, que pueden sustituir al diésel. Finalmente, están las oportunidades más diversas, que aún se encuentran en una etapa embrionaria, con grandes posibilidades de ser muy bien exploradas.

También contamos con etanol de segunda generación, con el cual tenemos la posibilidad de duplicar nuestra producción, sin que sea necesario aumentar un milímetro de área sembrada, ya que la materia prima es el residuo utilizado en la fabricación del etanol ya producido.

Tenemos nuevas aplicaciones para la industria aeronáutica, como el Combustible de Aviación Sostenible , en el que el etanol se presenta como una de las alternativas más viables del mercado, recordando que, según especialistas del sector, el mercado de la aviación es 20 veces mayor que el industria de la movilidad vehicular.

Y es importante señalar que todo esto se ha logrado gracias a los avances tecnológicos, pero, sobre todo, a la valorización de nuestra mano de obra en el campo. Los avances en el aspecto social son innegables. Nuestro trabajador hoy en día está mucho más preparado y cualificado para hacer frente a las innovaciones tecnológicas que van surgiendo.

El machete quedó de lado y, hoy, el hombre de campo opera equipos y máquinas modernas, con recursos digitales, utilizando software y otras tecnologías, que sitúan al agricultor como uno de los precursores de la industria 4.0, en la que las innovaciones tecnológicas permiten optimizar la toma de decisiones. haciendo del tiempo real, una preocupación cada vez más constante en el sector, que vive bajo una constante presión por maximizar la producción y minimizar los costes, sin perder la métrica de la sostenibilidad.

Según la Comisión Brasileña de Agricultura de Precisión, el 67% de las propiedades rurales del país ya adoptaron algún tipo de innovación tecnológica. Otra encuesta, realizada en 2020, en alianza entre Embrapa, Sebrae y el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales, reveló que el 84% de los agricultores del país ya utilizan al menos una tecnología digital como herramienta de apoyo.

Las máquinas modernas brindan un mejor aprovechamiento de las ventanas de cosecha, ya sea en la siembra o la cosecha, mejorando la productividad y alta precisión en los campos de caña de azúcar, en los que cada máquina cosechadora equipada con estas nuevas tecnologías brinda respuestas rápidas, si no inmediatas, dentro del campo.

Toda esta tecnología ha contribuido a sumar y transformar el escenario rural y la vida del hombre rural. A través de nuestros programas de capacitación permanente, nuestros trabajadores están actualmente más calificados y muy por delante de otros segmentos.

Tan cierto es que albergamos, en nuestro país, Fenasucro y Agrocana , considerada la mayor feria del sector en el mundo. Es un gran referente en la presentación de nuevos equipos y en la exposición de la más moderna tecnología a aplicar en el sector.

Por lo tanto, podemos concluir con seguridad que el futuro del sector sucroenergético brasileño es prometedor. Tenemos el potencial de crecer aún más, impulsado por la mayor demanda de energía renovable y el desarrollo de nuevas tecnologías. El sector sucroenergético tiene potencial para seguir siendo un importante motor de la economía brasileña y contribuir al desarrollo sostenible del país.

A lo largo de este período de transformaciones, la evolución llegó incluso a la denominación del sector. Cuando empezamos, allá atrás, éramos productores de azúcar y alcohol. Emigramos a azúcar-energía y ahora somos bioenergía. Pero por ahora, porque viene el hidrógeno, y ni siquiera sé cómo nos vamos a llamar.