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Vicente Abate

Presidente de la Asociación Brasileña de la Industria Ferroviaria

AsAA23

La agroindustria brasileña inspira la eficiencia energética

Brasil es considerado uno de los países más relevantes a nivel mundial en la lucha contra el cambio climático, debido a que su matriz energética está compuesta por más del 85% de energía proveniente de fuentes renovables. Además, se alinea positivamente con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, que abarcan diferentes temáticas, relacionadas con aspectos ambientales y sociales, con miras a la Agenda 2030, coordinada por las Naciones Unidas, a través del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

En 1975 se creó el Programa Nacional de Alcohol, Proálcool, una iniciativa conjunta entre fabricantes de automóviles, gobierno y académicos, dando como resultado lo que luego sería considerado el programa más grande dedicado a fomentar los biocombustibles renovables en el mundo. Aunque extinguido años después, ya consolidado, este programa supuso la intensificación de la producción de etanol, un combustible de primordial importancia para la descarbonización del transporte. Los beneficios de Proálcool fueron permanentes: mejores condiciones ambientales y mayor flexibilidad en la producción de azúcar. El programa también jugó un papel importante en la creación de millones de puestos de trabajo y el mantenimiento de la masa salarial.

En 2016, el Ministerio de Minas y Energía lanzó RenovaBio, que tuvo como objetivo ampliar la producción de biocombustibles para generar sostenibilidad ambiental, económica y social, conceptos básicos de gobierno ambiental, social y corporativo. Estas medidas gubernamentales apoyaron la producción de combustibles alternativos y respetuosos con el medio ambiente.

Se espera una cosecha robusta de cereales en 2023, alrededor de 310 millones de toneladas, un 17% más que en 2022. La cosecha de caña de azúcar (2023-2024) tendrá alrededor de 630 millones de toneladas por triturar, con la observación, a partir de ahora, de una excelente productividad. Estos volúmenes nos han llevado durante mucho tiempo a desempeñar un papel importante en la transición energética global, de forma principalmente sostenible.

Además de alimentar a nuestra población y a alrededor de mil millones de personas en todo el mundo, los subproductos de los cereales y la caña de azúcar nos permiten generar energía renovable disruptiva, particularmente a través del hidrógeno verde, la nueva frontera energética brasileña.

El etanol jugará un papel crucial en la electrólisis del hidrógeno, cuyo desarrollo estará liderado por las energías eólica y solar, que están ganando cada vez más participación en nuestra matriz energética. Así como los cereales ya han contribuido a la generación de biocombustibles, hemos llegado al rápido desarrollo que han experimentado la biomasa y los sistemas de baterías.

La producción de hidrógeno, en sus diversas formas, ya se está haciendo realidad en algunos de los principales puertos nacionales, como Pecém, Suape, Açu y Santos, cuyo hidrógeno también se utilizará para abastecer nuestras industrias. Además, próximamente se abrirá una fábrica de electrolizadores en Bahía para contribuir al necesario desarrollo del sector.

La industria ferroviaria brasileña también está involucrada en este contexto. En 2020, uno de los fabricantes nacionales de locomotoras entregó al mercado nacional la primera locomotora de maniobras 100% alimentada por batería, que ya se exportó a los Estados Unidos. Éste y otro fabricante nacional han estado realizando pruebas en California con locomotoras híbridas, línea a línea, de pila de combustible de hidrógeno.

Los fabricantes nacionales de trenes de pasajeros están trayendo tecnología desde sus sedes para replicar en Brasil el éxito de los Trenes Regionales en Europa y los Vehículos Ferroviarios Ligeros en Corea del Sur, propulsados por hidrógeno. Incluso el vagón de tracción puede aportar un 3,5% de eficiencia energética al reducir el coeficiente aerodinámico, mejorando su aerodinámica, como lo demuestran las pruebas en el túnel de viento. Estoy seguro de que estas oportunidades, y otras que surgirán, permitirán a Brasil consolidar, en el corto y mediano plazo, su posición estratégica como productor y proveedor global de energía renovable, aprovechando toda la cadena productiva de este prometedor sector.