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Luciano Rodrigues

Director de Economía e Inteligencia Estratégica de la UNICA e investigador del Observatorio de Bioeconomía de la FGV/EESP

OpAA75

Oportunidades para la bioenergía

La humanidad está asistiendo a importantes transformaciones en varios ámbitos de la sociedad. La digitalización, la inteligencia artificial, la telemedicina, la ingeniería genética, entre otros movimientos, se han acelerado en los últimos años, especialmente en el periodo pospandemia. Entre estos cambios se encuentran los asociados a la transición energética y la circularidad de los sistemas empresariales y productivos.

La transición energética se caracteriza por la necesidad de ampliar la oferta de energía con menor emisión de gases de efecto invernadero.

Estos lineamientos deben cumplirse con mayor eficiencia, cambios en los patrones de consumo y reposición de fuentes combustibles fósiles para combustibles renovables bajos en carbono.

La economía circular, por su parte, ganó notoriedad a partir del trabajo seminal de David Pearce y Kerry Turner a principios de la década de 1990. En términos generales, aboga por reemplazar la economía lineal, basada en la extracción, producción, uso, disposición, por un sistema económico que prioriza la conservación y mejora del capital natural, la optimización de los recursos y la gestión de stocks finitos de productos renovables. Conceptos como la reutilización, el reciclaje y la regeneración son principios básicos de la economía circular.

Estas macrotendencias globales deberán orientar la dinámica de consumo, las estrategias empresariales y las políticas públicas en diversos ámbitos de la economía en los próximos años. Es en este contexto que la industria de la bioenergía puede posicionarse efectivamente frente a las oportunidades creadas por este movimiento global.

La industria sucroenergética, que hace diez años todavía presenciaba discusiones sobre el fin de la quema de la paja de caña de azúcar, se está reinventando, con cambios importantes en el sistema productivo, en la cartera de productos ofrecidos y en la calidad ambiental de los energéticos vendidos. En el pasado, la lógica de la producción agrícola como fuente de alimentación se transmitió inicialmente con la fabricación de etanol a partir de la caña de azúcar. En las últimas dos décadas, la bioelectricidad fabricada a partir de paja y bagazo de caña de azúcar se ha consolidado como un nuevo producto exportado por el sector.

Hoy, además del etanol de caña de azúcar y la bioelectricidad , esta industria depende de la producción de etanol de maíz de segunda cosecha, etanol de segunda generación, biogás, biometano y créditos de descarbonización. Este es un crecimiento significativo en la cartera de bebidas energéticas en solo una década. Sin mencionar los numerosos subproductos generados, como la levadura seca, el aceite de maíz, el dióxido de carbono biogénico y los granos secos de destilería, por ejemplo.

Estos cambios también permitieron ajustes en el sistema de producción, ampliando la naturaleza circular de los parques bioenergéticos. La vinaza, que se veía como un problema, empezó a utilizarse inicialmente en cultivos con aplicación controlada por aspersión, migrando, en muchos casos, a un sistema de aplicación localizada y, en los últimos años, garantizando la producción de biogás y biometano antes de volver a la campo. El gas producido en este sistema se utiliza para reponer parte del diésel consumido en el proceso productivo.

Este es solo uno de los muchos ejemplos del uso de desechos industriales para aumentar la calidad y el número de fuentes de energía en esta industria.

En un futuro cercano, podemos vislumbrar nuevos avances importantes. El dióxido de carbono obtenido en la fermentación del etanol y en la depuración del biogás puede destinarse al subsuelo, a partir de proyectos de captura y almacenamiento de carbono, permitiendo un balance negativo de dióxido de carbono en la industria del etanol.

La fabricación de combustible de aviación sostenible a partir de etanol a través de la ruta Jet Alcohol, oa partir de biomasa a través de la ruta Fischer, Tropsch , también puede traer oportunidades reales al sector.

Según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo, se necesitarán 450 mil millones de litros de combustible de aviación sostenible para que la industria aérea alcance los objetivos de descarbonización establecidos para 2050. Además de los objetivos nacionales y voluntarios para reducir las emisiones en la aviación, la resolución de la International Air Transport Association La Organización de Aviación Civil, una de las agencias de las Naciones Unidas, definió que las emisiones de Gases de Efecto Invernadero del sector se estabilicen en los niveles observados en 2019 y creó el Mecanismo para la Reducción y Compensación de Emisiones de la Aviación Internacional, con reducciones obligatorias a partir de 2027.

Además, la producción de hidrógeno con energía renovable a partir del reformado de etanol, o con el uso de biogás, también puede ser contemplada por la industria bioenergética en el futuro. De hecho, hoy en día, contamos con plantas con electricidad renovable, etanol, biogás y dióxido de carbono, que pueden ser utilizados como insumo para la producción de combustible de aviación sustentable e hidrógeno (figura resaltada).

Cabe señalar también que la producción brasileña de biocombustibles ya cuenta con huella de carbono auditada gracias a los requisitos de RenovaBio , lo que permite evaluar adecuadamente el potencial de descarbonización de cada planta industrial, garantizando así la generación de créditos de descarbonización.

En resumen, a pesar de las turbulencias políticas, regulatorias y de mercado, el sector ha logrado importantes avances en la última década y tiene un enorme potencial para posicionarse a la vanguardia de un movimiento global irreversible.

Necesitamos mejoras en los marcos legales y el ambiente regulatorio, asegurando la previsibilidad y el mantenimiento de las reglas creadas, valorando el potencial de descarbonización de la bioenergía, invirtiendo en comunicación y difundiendo el sistema brasileño para otras regiones del mundo con condiciones similares. Finalmente, el sector productivo necesita mantener los esfuerzos para aumentar la eficiencia energética y ambiental en la conversión de la luz solar en biomasa y fuentes de energía renovables bajas en carbono.