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Gabriel de Oliveira Teixeira

Economista y estudiante de Maestría en Administración de la FEA USP-RP y Consultora del Grupo Markestrat

OpAA78

Hidrógeno verde: Brasil como protagonista global

Desde la década de 1970, el sector sucroenergético ha hecho único a Brasil en la producción y utilización de combustibles sostenibles a gran escala, incentivando el mercado del etanol, que, con la creación de los automóviles flex-fuel, en 2003, se consolidó definitivamente para permanecer en el mercado país. Aún en el inicio del siglo 21, hubo una gran expansión de la bioelectricidad producida a partir de biomasa de caña de azúcar, que también jugó un papel estratégico en términos de sostenibilidad, contribuyendo para que la matriz eléctrica brasileña sea aproximadamente 85% renovable.

Desde 2012, también cobró impulso la producción de biogás a partir de residuos de la industria de la caña de azúcar, vinaza, paja y cachaza. Uno de los productos con mayor potencial en el mercado de la bioenergía, el biogás puede utilizarse para generar energía térmica y eléctrica y, cuando se transforme en biometano, en vehículos de motor ligeros y de carga, contribuyendo a reducir el uso e importación de combustibles fósiles, como el diésel, y, en consecuencia, reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero.

Recientemente, surgió una nueva oportunidad y el sector sucroenergético puede, una vez más, ser protagonista de este escenario y convertir a Brasil en uno de los actores más importantes del mercado global de otro producto producido en la agroindustria: el hidrógeno verde.

Con varias rutas de producción posibles, tiene una enorme posibilidad de uso en numerosos sectores, y debería presentar una demanda creciente en los próximos años, lo que hace imprescindible que su producción limpia aumente a gran escala. La industria brasileña es capaz de superar este desafío.

Una de las principales formas de producir hidrógeno sostenible es mediante la “descomposición” de moléculas de agua en hidrógeno y oxígeno, un proceso llamado hidrólisis. Existe una gran sinergia entre los productos del sector sucroenergético con este proceso, que pueden utilizar en su proceso de producción agua de vinaza y bioelectricidad generada a partir de biomasa, o de la quema de biogás como fuente necesaria de energía eléctrica limpia, para que el hidrógeno pueda ser efectivamente considerado verde.

También es posible producir hidrógeno a partir del reformado o pirólisis de biometano, procesos mediante los cuales es posible generar una huella de carbono negativa, considerando desde la generación de esta materia prima hasta el uso final del hidrógeno.

La producción con etanol también es una vía prometedora. Actualmente se están desarrollando varias tecnologías que toman como base esta solución, como las pilas de combustible dirigidas al sector del transporte y que permiten a los coches transformar el etanol en hidrógeno, que, a su vez, se utiliza para generar electricidad para los motores eléctricos que alimentan estos vehículos.

Se espera que el hidrógeno sostenible sea la nueva solución para el sistema energético mundial en los próximos años. Se prevé que habrá 280 mil millones de dólares en inversiones para el año 2030, y 14,5 billones de dólares para 2050, considerando toda la cadena de valor que abarca desde la producción, almacenamiento, distribución hasta el desarrollo de nuevos productos y modelos de negocio enfocados a este producto.

Se estima que el hidrógeno bajo en carbono debería ser responsable de generar el 22% de la energía demandada por el mundo en 2050. Con el uso de 660 millones de toneladas del producto, habrá un mercado que podría alcanzar los 3 billones de dólares al año. Esto contribuirá a reducir la emisión de 800 millones de toneladas de dióxido de carbono en el mismo período.

La gran versatilidad del hidrógeno es una característica que lo hace importante, no sólo para su uso en el sector de la energía eléctrica, sino también en otros sectores intensivos en el uso de energía y combustibles fósiles, como el cemento, la minería, el hierro y el acero.

Además de utilizarse como materia prima para la producción de combustibles y otros compuestos sintéticos limpios, como el metanol, el hidrógeno verde es una excelente alternativa para la producción de amoniaco y fertilizantes derivados del mismo.

El sector sucroenergético brasileño es un gran privilegiado en este escenario, ya que cuenta con recursos como pocos en el escenario global, pudiendo reducir la huella de carbono del país y ayudarlo a convertirse en un eje global de producción de hidrógeno verde.

El establecimiento de reglas y la implementación de procesos de certificación que garanticen la baja huella de carbono del hidrógeno no sólo es necesario, sino que puede ser un diferenciador para Brasil en el mercado mundial. Son varios los países que adoptan directrices dirigidas a la producción y exportación de este producto.

Brasil ciertamente es capaz de aprovechar esta oportunidad, ya que hay suficiente experiencia en el país para crear políticas y certificaciones enfocadas en la sostenibilidad.

Entre ellos destaca RenovaBio, que ya ha tenido éxito en medir e incentivar la reducción de la huella de carbono de la bioenergía producida en el país, centrándose actualmente en la cadena de producción de biocombustibles. En Estados Unidos, la política de Estándar de Combustible Bajo en Carbono, que tiene muchas similitudes con el programa brasileño, ya se utiliza para certificar la electricidad de la industria productora de hidrógeno para su uso en el sector del transporte. Este tipo de medida puede fácilmente servir de inspiración para el caso brasileño, así como para otras regulaciones de Europa y de varios países desarrollados.

Es importante resaltar la necesidad de una gobernanza sectorial que involucre a las empresas productoras de bioenergía, sus asociaciones y otros agentes involucrados en la cadena empresarial del sector sucroenergético realizar campañas de comunicación que presenten verdaderamente la realidad de la industria brasileña al mundo.

A menudo se ve negativamente en el escenario internacional. Hay varios mitos que es necesario aclarar para que se sepa que son falsos. Brasil, hoy, es un ejemplo en materia de sostenibilidad, al tener uno de los códigos forestales más estrictos del mundo y una de las matrices energéticas más limpias de la actualidad. La difusión de esta información es fundamental para el éxito de las nuevas inversiones que se realizarán en el país.

El Programa Nacional de Hidrógeno ya se está implementando en el país y ha establecido metas que deben promover la expansión del mercado brasileño de hidrógeno bajo en carbono. Datos del Ministerio de Minas y Energía muestran que ya hay proyectos anunciados para los próximos años que alcanzan un monto total de 30 mil millones de dólares.

La oportunidad para Brasil y el sector sucroenergético es clara. Es importante que el país se posicione ahora como un importante proveedor mundial de bioenergía y productos sostenibles. Necesitamos mostrar nuestra importancia al mundo y trabajar para que nuestro agronegocio y su imagen sean cada día más valorados.