El agronegocio brasileño vive un momento muy especial de reconocimiento en el país y en la comunidad internacional. El modelo operativo de activos agroindustriales desarrollado por Brasil se ha convertido en un gran ejemplo para varias regiones importantes del mundo.

La seguridad alimentaria y la generación de energías renovables son cuestiones cada vez más relevantes, especialmente en un contexto de conflictos geopolíticos, como es el caso de Europa del Este y Gaza, que hacen temer una escasez de alimentos y energía.

En este escenario, el agronegocio brasileño se consolida como una opción viable, estable y competitiva para el suministro de alimentos y energía limpia, siempre en línea con los objetivos de descarbonización de tratados internacionales, como el Acuerdo de París.

Es importante resaltar que, a mediados del siglo pasado, la agricultura brasileña era rudimentaria y, hasta la década de 1980, el país era un gran importador de alimentos. Sin embargo, la semilla de la autosuficiencia se plantó en la década de 1970, cuando surgió la Corporación Brasileña de Investigación Agropecuaria.

Desde entonces, el desarrollo de la agricultura tropical ha permitido la expansión agroindustrial en el Centro-Oeste, con el surgimiento de un nuevo modelo de operación y gestión de fincas en regiones que antes no estaban tan desarrolladas. La agroindustria brasileña se convierte en una de las más grandes y eficientes del mundo.

Mucho más allá de los productos agrícolas, Brasil también exporta tecnología y conocimientos. El modelo brasileño de producción de energías limpias, como etanol y biodiesel, se ha convertido en referencia en varias regiones del mundo.

India e Indonesia han anunciado, en los últimos años, importantes programas para revitalizar los sectores de producción de alimentos y energías renovables basados en la experiencia brasileña.

En el caso de India, concretamente, país que cuenta con el tercer parque automovilístico del mundo y una población de más de 1.400 millones de personas, el etanol parece ser la alternativa más viable para mitigar los Gases de Efecto Invernadero, y también el principal impulsor de el inicio de la transición energética a nivel local. Como importante productor mundial de caña de azúcar, India pretende aumentar la mezcla de biocombustible con gasolina del 10% al 20% de aquí a 2025. En todo su territorio, 15 ciudades indias ya han adoptado el E20.

En cuanto a la producción de alimentos, Brasil lidera las exportaciones de soja, maíz, azúcar, café, carne vacuna y de pollo, y jugo de naranja. Otros bienes en los que nos destacamos son la carne de cerdo, el etanol, el algodón y las frutas, en los que Brasil se posiciona como el segundo o tercer productor o exportador. Este protagonismo es aún más impresionante y revelador si se tiene en cuenta que la agroindustria brasileña preserva la mayor biodiversidad del mundo, con más del 66% de la vegetación nativa del territorio nacional preservada, según un estudio de la NASA.

La producción se concentra principalmente en la región Centro-Sur del país, alejada del bioma amazónico. El área dedicada a la preservación ambiental en propiedades rurales equivale a más del 33% del territorio nacional, según datos de Embrapa.

Las opiniones de Brasil sobre su principal actividad económica han cambiado mucho en los últimos años. Cada vez más, los residentes de los grandes centros urbanos han reconocido la importancia del campo para la economía del país.

En 2023, según datos de la Confederación Nacional de Agricultura y Ganadería de Brasil, el Producto Interno Bruto de la agroindustria brasileña podría representar el 24,4% del Producto Interno Bruto total del país, o alrededor de 2,63 billones de reales.

Los desafíos son grandes, pero las perspectivas son excelentes. Con el aumento exponencial de la productividad y el desarrollo de tecnologías que aceleran el camino hacia la transición energética, el agronegocio brasileño tiene todos los requisitos para seguir siendo el más eficiente y relevante del mundo.