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Ricardo Hatschbach

Presidente de Necta Gas Natural

AsAA23

El desarrollo del biometano debe ser sostenible

El concepto de sostenibilidad, en los últimos años, ha evolucionado de una simple palabra de moda a una necesidad urgente, un llamado global a acciones concretas. En medio de este escenario, Brasil, con su vasta extensión territorial y diversidad biológica, es líder mundial en generación de energía predominantemente renovable y el 4º país con mayor matriz energética renovable del mundo, según Nuestro mundo en datos. Por otro lado, Brasil es el quinto mayor emisor de gases de efecto invernadero. Nuestro protagonismo global depende de cómo lideremos la transición hacia un futuro cada vez más sostenible.

Uno de los aliados en este viaje es el biometano, obtenido de la purificación de biogás, una fuente de energía renovable con potencial para contribuir a la ruta de descarbonización del país y, en particular, del estado de São Paulo.

Cuando analizamos los mayores emisores de Gases de Efecto Invernadero, una de las mayores oportunidades es la descarbonización del transporte, especialmente la flota pesada y el transporte público, que son responsables de alrededor del 12% de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero y consumen alrededor del 35% del diésel en Brasil. En São Paulo, por ejemplo, el sector del transporte es responsable del 29% de las emisiones de gases de efecto invernadero del estado, por lo que reemplazar el diésel consumido en el estado por gas natural convencional o renovable puede reducir significativamente sus emisiones de carbono, mejorar la calidad del aire en las ciudades y establecer un precedente para otros estados.

Además de los beneficios ambientales, el biometano puede presentar ventajas económicas, como la creación de empleos y el aumento de la recaudación de impuestos. Sin embargo, esa transformación no está exenta de desafíos. La producción de biometano requiere infraestructuras y tecnologías sólidas, así como importantes inversiones.

En este sentido, el papel del Estado es establecer un entorno con seguridad jurídica y regulatoria, sin crear subsidios, costos o cargos a compartir entre los consumidores. Por otro lado, el sector privado debe liderar la innovación, invertir en tecnología y capacidad de producción y desarrollar un producto competitivo.

La convergencia de intereses del Estado, el sector privado y la comunidad es crucial. São Paulo, con su influencia, puede ser el catalizador de esta transformación, mostrando el camino hacia un Brasil aún más limpio y autosuficiente.

Sin embargo, para poder crear un plan de desarrollo sostenible del biometano, es necesario observar cuidadosamente algunos puntos:

• Comparaciones internacionales: al evaluar políticas como la Ley de Reducción de la Inflación de Estados Unidos y el Pacto Verde de la Unión Europea para su eventual aplicación en Brasil, es fundamental considerar las diferencias socioeconómicas, geográficas y culturales. No se debe asumir que el éxito en una región del mundo se traducirá automáticamente en resultados similares en Brasil, dada la singularidad de nuestros desafíos y oportunidades.

• Viabilidad económica: las plantas de biometano deben ser económicamente viables, sin depender de subsidios del gobierno estatal o federal. El atractivo de la molécula de biometano lo dictará el mercado, que indicará si quiere o no pagar por el atributo renovable.

• Indexador de moléculas: el mercado necesita desarrollar una estructura de intercambio de derivados para el biometano, actualmente cotizado en reales más el Índice Nacional de Precios al Consumidor Amplio, para poder ser competitivo en el largo plazo con el gas natural convencional, comúnmente cotizado en dólares estadounidenses más Brent.

• Seguridad del suministro: los clientes industriales, como vidrieros, ceramistas, entre otros, no pueden correr el riesgo de una interrupción en el suministro de gas, y es fundamental comprender y mitigar los impactos de la estacionalidad en la producción de biometano.

• Desafío de escala: el biometano se parece más a una “generación distribuida por el país” que a un “país presal”, debido a que la oferta se caracteriza por bajos volúmenes distribuidos en varios puntos de producción diferentes y no necesariamente en el mismo lugar donde está la demanda.

Finalmente, el estado de São Paulo, con su capacidad e influencia, tiene la oportunidad de liderar esta agenda de transición energética en Brasil. Para que esta visión se convierta en realidad, es fundamental que los desafíos se reconozcan y aborden de manera proactiva. Esta transformación bien podría comenzar con el zumbido de los motores propulsados por gas natural, ya sea convencional o biometano, en las carreteras de São Paulo.