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Haroldo José Torres da Silva

Gerente de Proyectos en PECEGE Consultoría y Proyectos

OpAA79

La economía circular en el sector sucroenergético
Coautores: Peterson Felipe Arias Santos y Beatriz Ferreira, Analistas Económicas de PECEGE Consultoría y Proyectos


A la fecha en que escribimos este texto, estamos por cerrar la zafra cañera 2023/2024 en el Centro-Sur y, actualmente, se realizan muchos análisis sobre los resultados del ciclo que finaliza en términos de productividad agrícola, precios, costos, etc. Sin embargo, un aspecto fundamental ha sido poco discutido: hasta qué punto la estrategia del sector, al menos en el corto plazo, puede verse moldeada por eventos fortuitos y aparentemente ir en contra del espíritu de la época. que te rodea.

Hablamos, en particular, de la rápida respuesta del sector a la apreciación del precio del azúcar registrada hasta finales de noviembre de 2023: grandes volúmenes de azúcar vieron sus precios de exportación bloqueados por los ingenios y los anuncios de ampliación de la capacidad de producción del edulcorante fueron acertados. celebrado.


Si no fuera por los inesperados precios del azúcar, el sector habría experimentado graves dificultades debido a la situación del mercado del etanol. Dado el abandono de la política de Precios de Paridad de Importaciones por parte de Petrobras, el movimiento hacia el azúcar en las próximas cosechas es comprensible y esperado.


Esta priorización del azúcar, sin embargo, contrasta con el reconocimiento de que el futuro del sector sucroenergético depende de su papel en la transición energética, empezando por el crecimiento de la relevancia del etanol en la matriz del transporte.


Además de su papel tradicional como alternativa a la gasolina en motores flex, Con combustible convencional, los modelos híbridos flex están comenzando a ganar popularidad en Brasil, siendo así el siguiente paso en el uso de biocombustibles en el país. También asociado a la electrificación, se discute el potencial del etanol como materia prima para la producción de hidrógeno para ser utilizado en pilas de combustible. La búsqueda de una mayor producción de azúcar en los próximos ciclos, sin embargo, parece ir en dirección opuesta y es necesario comprender bien sus razones. En resumen, el edulcorante ha presentado precios muy remunerativos y, lo que es más relevante para la presente discusión, no está sujeto a cambios bruscos derivados de la política interna en vigor.


Así, la solución a la aparente contradicción entre la necesidad de diversificar los ingresos, con el objetivo de reducir los riesgos, y la participación activa en el proceso de transición energética, pasa por la incorporación de una nueva gama de productos energéticos sostenibles, algunos de los cuales derivan directamente de la aplicación de preceptos de la economía circular.


Este proceso parece ser la única manera en que el sector puede desempeñar su papel en la economía baja en carbono sin, sin embargo, estar expuesto a cambios en los precios de la gasolina que influyan en el etanol vendido en el mercado interno.


En relación con los nuevos productos, por ejemplo, se espera que el sector sucroenergético, en la próxima década, desempeñe un papel fundamental en la producción de combustible de aviación sostenible. Al estar vinculado a un mercado global, dicho producto estaría mucho menos sujeto a riesgos no económicos. Un concepto similar se aplicaría a la eventual producción de hidrógeno verde a partir de etanol.


Estos productos (combustible de aviación sostenible e hidrógeno verde), al derivarse del etanol, suelen constituir un destino adicional para la materia prima tradicional del sector (azúcar total recuperable). Sin embargo, se pueden establecer otras fuentes de ingresos a partir de residuos industriales que, en cierta medida, ya se reutilizan.


Actualmente, el más extendido de estos productos es el biometano producido a partir de vinaza derivada de la producción de etanol. Al igual que la torta de filtración, la vinaza se utiliza actualmente principalmente para fertirrigación. Sin embargo, su destino para la producción de biometano no implica la eliminación de este uso ya consolidado. El digestato (efluente del reactor anaeróbico) se puede utilizar como biofertilizante, tanto en forma líquida como sólida dependiendo de los procesos que se le apliquen.


Cabe señalar que el biometano, cuando se presenta como sustituto directo del gas natural en el mercado regulado, se encuentra en una situación similar al etanol en cuanto a la influencia de factores externos en su precio, es decir, su papel, como factor de riesgo. mitigador, es limitado. Sin embargo, si se consolida un mercado libre, el biometano se puede utilizar especialmente en situaciones en las que se desee mitigar las emisiones derivadas de la quema de gas natural (como en la producción de electricidad), así como en sustitución del diésel. En cualquier caso, al suponer optimizar el uso de la materia orgánica ya disponible, favorece la maximización de los ingresos del sector.


Asociado al biometano, cabe mencionar también la posibilidad de capturar dióxido de carbono biogénico resultante de su separación del biogás. Es posible depurarlo para su venta con fines industriales. Este proceso también se puede llevar a cabo en la fermentación del etanol, lo que ayuda a que el biocombustible presente emisiones netas negativas, lo que permite ingresos adicionales de los mercados de carbono.


Todavía emergentes en el sector, pero con un gran impacto en términos de imagen, está el etanol de origen lignocelulósico (etanol de segunda generación) y el pellet. Ambos se derivan del procesamiento del bagazo, que tradicionalmente se utiliza para generar fuerza motriz para unidades fabriles y generadores de electricidad para ser vendidos en el mercado libre y regulados por las plantas.


En el caso del Etanol de segunda generación, si bien representa una fracción mínima de la producción total, tiene gran aceptación en el mercado internacional dado su bajísimo nivel de emisiones al analizar su ciclo de vida. Los pellets, a su vez, tienen el potencial de sustituir al carbón mineral en las centrales termoeléctricas. Ambos derivados del bagazo estarían fuertemente asociados al mercado externo, contribuyendo además a reducir los riesgos políticos a los que actualmente está expuesto el sector.


Por lo tanto, el futuro previsto para el sector es uno de múltiples productos, con gran énfasis en la bioenergía y menos riesgo asociado con las políticas económicas internas. Sin embargo, la transición al concepto de biorrefinería implícito en el presente debate debería resultar un proceso complejo y que requiere mucho tiempo. Además de las tecnologías aún en desarrollo, como la producción de combustible de aviación sostenible y el hidrógeno verde, otras que ya se han dominado señalan desafíos asociados con la curva de aprendizaje, como se puede ver en el biometano y el etanol de segunda generación.


Dada la gran inversión requerida y un largo proceso de maduración previsto, el sector debe buscar acelerar, en la medida de lo posible, el inicio de iniciativas para diversificar sus productos en el contexto de la economía verde y la transición energética. Sin embargo, estos proyectos deben ser llevados a cabo gradualmente por los grupos azucareros y energéticos, de lo contrario no podrán gestionar los desafíos operativos sin precedentes que surgirán.


En cualquier caso, la liquidez generada en las últimas cosechas, debido a los buenos precios del azúcar y (hasta cierto punto del pasado) del etanol, juega un papel fundamental y puede determinar el éxito a largo plazo de los grupos azucarenergéticos, tanto por la inversión requerida y la capacidad de resistir los problemas naturales de crecimiento mediante la diversificación.